“… no depende de una lucha por la existencia sino de una lucha entre los machos por la posesión de las hembras; el resultado no es la muerte del competidor que no ha tenido éxito, sino el tener poca o ninguna descendencia. La selección sexual es, por lo tanto, menos rigurosa que la selección natural. Generalmente, los machos más vigorosos, aquellos que están mejor adaptados a los lugares que ocupan en la naturaleza, dejarán mayor progenie. Pero en muchos casos la victoria no dependerá del vigor sino de las armas especiales exclusivas del sexo masculino…”
Darwin 1859
Las condiciones futuras de nuestro entorno apuntan a ser cada vez menos favorables para nuestra especie. Es por ello que he decidido dedicar un artículo a lo que intuyo y temo sea un callejón sin salida para la especie humana; entrampamiento al que he puesto por nombre, el Fenómeno Michael Jackson.
El rey del pop, como todos sabemos, ha pasado por una serie de cirugías estéticas y quién sabe qué otro tipo de operaciones y tratamientos a lo largo de su vida. Para poder sobrevivir necesita una dieta compleja y difícil de conseguir, atención especializada de doctores y empleados de toda clase, y de una cantidad desconocida de aparatos y medicamentos para conservar su precaria salud. No se puede exponer a rayos solares, al aire contaminado que compartimos todos en este planeta ni tampoco a enfermedades comunes. Sus problemas sean mentales, físicos o de toda índole lo han llevado a convertirse en esta metáfora triste de nuestra evolución, terrible augurio que hoy deseo compartir con ustedes.
Comienzo con un ejemplo de mecanismo evolutivo, la selección sexual en los animales. El Pavo Real macho tiene un plumaje sumamente llamativo y aparatoso que en nada lo favorece ante el acecho y el ataque de sus depredadores. Sin embargo, la desventaja mencionada anteriormente es sobrepasada por el éxito que tiene ante las hembras con su cola desplegada.
La selección sexual es uno de los mecanismos postulados por Charles Darwin para explicar la evolución de las especies. Este mecanismo incluye dos fenómenos: la preferencia de las hembras por ciertos machos y, en las especies polígamas, la batalla de los machos por el harén más grande.
A diferencia de lo que sucede con la selección natural, ésta no es la de los más aptos para sobrevivir a las condiciones del medio ambiente; sino de los que logran, de alguna manera, el éxito reproductivo.
Tomemos ahora un caso relativamente reciente de cambio genético por selección natural. Sólo en el África existen poblaciones inmunes a la malaria. Esta inmunidad es producto de años de contacto de esas poblaciones con la enfermedad. Un individuo inmune tiene mayor facilidad para enfrentarse a su entorno, reproducirse y preservar sus genes; es por eso que este gen de inmunidad se ha extendido tanto en tan poco tiempo.
Podemos observar que la falta de rigor de la selección sexual, en comparación con la selección natural, posibilita la existencia de seres cuyo norte evolutivo apunta más a la reproducción que a la resistencia al entorno. Sus estrategias de reproducción se afinan con el tiempo, se vuelven más ricas y complejas, como las plumas del pavo real; pero eso no les asegura su resistencia al medio.
Nosotros, los humanos, pertenecemos a una especie llamada Homo Sapiens Sapiens. Los restos más antiguos de nuestra especie datan de hace unos 50,000 años aproximadamente. El cambio evolutivo que ha tenido la especie humana los últimos 10,000 años ha sido 100 veces mayor que en años posteriores. Esto se debe principalmente a la sobrepoblación del planeta, a la domesticación de plantas y animales y a los movimientos de grandes masas de gente a nuevos territorios.
John Hawks, antropólogo de la Universidad de Wisconsin, afirma que tan sólo hace 20,000 años comenzaron a diferenciarse las razas y que recién hace 10,000 años existen los ojos azules.
Sus conclusiones son apoyadas por Peter Frost, antropólogo Canadiense, quien afirma que el origen del pelo rubio y de los ojos claros es definitivamente selección sexual. Durante la era del hielo, hace unos 10,000 años, la comida era escaza, la única fuente de sustento para los cavernícolas del norte de Europa era la caza del Mamut y muchos hombres morían en los largos viajes de cacería. Las mujeres que nacían con pelo y ojos claros, posiblemente por resaltar entre la cantidad de pretendientes, eran las preferidas de los cazadores nórdicos.
La selección sexual, para muchos científicos, jugó un papel importante en el origen del arte y la música; y posiblemente también del lenguaje. Cualquier forma de captar al sexo opuesto y lograr la reproducción es parte de este juego evolutivo.
Si Michael Jackson viviera en un mundo regido por selección natural estricta sería desechado por ser poco viable. La naturaleza haría uso de todas sus artimañas conocidas para evitar que distribuya su carga genética. Sin embargo en este mundo lo ha logrado ayudado por su gran fama y dinero.
Y no sólo a Michael sino a la mayoría de nosotros en menor escala. Las personas que tienen un mayor acceso a medicamentos, educación y seguridad son los que tienen más posibilidad de expandir sus genes por el planeta.
El acelerado paso que llevamos parece ser empujado mayormente por fuerzas de selección “sexuales”. Fuerzas que si bien enriquecen nuestra experiencia en este planeta no van a ser trascendentales durante una crisis futura.
Cada vez consumimos más y nos reproducimos más y para colmo de males nuestros mecanismos de selección parecen no sentir ninguna responsabilidad con la especie. La verdad sólo veo dos salidas.
La primera supone que hace mucho tiempo andamos por el camino equivocado. Al tener conciencia de nuestra propia evolución debimos haber actuado a tiempo, pero ahora es demasiado tarde. No estamos preparados para lo que nos depara el destino y el fenómeno Michael Jackson nos va a llevar, o al menos contribuir en gran parte, al fin de la humanidad.
La segunda toca un tema un tanto filosófico. ¿Si Michael tiene razón? Es decir, que sucede si este fenómeno, por poco sostenible que parezca, es parte de una evolución aún desconocida para nosotros y que se justifica por la existencia de un mundo inaccesible a la percepción común. Tal vez lo que vemos ahora es sólo la capa que solía envolver a Michael Jackson antes de su metamorfosis. Él estaría realmente en la última fase evolutiva del hombre, la dimensión desconocida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario