Tercera Guerra Mundial: La Guerra de las Especies

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Nuestros océanos hace más de 50 años vienen siendo invadidos por cantidades incontenibles y crecientes de medusas. Es un hecho que la pesca industrial, el calentamiento global, el uso intensivo del agua de los ríos y hasta la contaminación por hidrocarburos contribuyen con su incremento y aumentan su distribución mundial. Pero no es sólo eso, existen indicios que indican que lo sucesos dados hasta el momento son parte de un plan maestro, organizado con inteligencia y ejecutado por unos seres transparentes, silenciosos y peligrosamente listos para una guerra evolutiva.

El primer registro que se tiene en Japón de un incremento grande de medusas fue en 1958, las redes de los pescadores de la isla de Tsushima subían repletas de medusas gigantes de la especie Nomura, éstas pueden llegar a pesar 220 Kg. Pasados 33 años, en 1995, Japón fue invadido nuevamente. Estos últimos 10 años los ataques han sido cada vez más frecuentes, cada 2 años aproximadamente.

El año anterior a estos dos primeros ataques, el fenómeno del niño había golpeado el planeta y justo un año antes del primero, durante el Niño de 1957, sucedió un terremoto de 8.6 al sur de las islas Andreanof en Alaska, son un grupo de las islas Aleutianas. Este terremoto ocasionó la erupción del Monte Vsevidof dormido durante años.

El lugar de aparición de las nomuras gigantes está a menos de 5,000 kilómetros de las islas Andreanof, lugar del terremoto. La relación entre ambos acontecimientos puede arrojar luces sobre el origen de esta invasión. Las corrientes bajo el efecto del Niño, la erupción del Vsevidof y el posterior Tsunami pueden haber liberado pólipos congelados que fueron arrastrados a aguas propicias. Estos pólipos no sólo serían de nomura gigante y de otras variedades similares, sino de otras de mucho mayor peligro y hasta el momento ocultas en la clandestinidad.

A casi la misma distancia del terremoto en dirección opuesta, en el mar de California en 1993, buzos vieron una medusa que en lugar de tentáculos tenía brazos carnosos que utilizaba para alimentarse, esta especie fue vista explorando entre los 500 y 1,500 metros de profundidad. Su existencia fue confirmada en el año 2003, después de haber sido buscada durante 10 años.Una nueva familia de medusas fue creada para clasificarla llamada Tiburonia y la bautizaron como Big Red o Gran Rojo. Hasta el momento ha sido vista al este de Japón, Hawai y, ya no sólo mar adentro de las costas de California, sino también dentro del Golfo.

Esta evasiva especie, dispersa en todo el pacífico ¿cómo ha podido mantenerse en el anonimato durante estos 10 años? ¿Dónde se reproduce? ¿Dónde habita normalmente?

Vista hasta el momento sólo 23 veces y con un único espécimen pequeño capturado para mayor estudio, sigue sorprendiendo a los biólogos la presencia de brazos en vez de tentáculos y su textura carnosa.

Las rarezas morfológicas de Big Red, su misteriosa facilidad para desaparecer por largos periodos de tiempo y su gran distribución geográfica (desde California hasta Japón) implican un alto nivel de adaptación a las condiciones del océano y a los cambios que sufre su entorno. Esta medusa en su fase de pólipo probablemente pueda mantener una hibernación prolongada esperando las condiciones propicias para hacer su transición.

La Nomura era conocida antes de 1958 pero no de ese tamaño ni en esas cantidades y la Big Red fue recién vista en 1993. Estas dos medusas, por más dañinas y extrañas que sean, no son las que nos deben preocupar. Pero son piezas clave para acercarnos al verdadero enemigo.

Las fosas oceánicas son precipicios alargados en el suelo marino, originadas por el choque de una placa tectónica con otra. Las 6 fosas más profundas del planeta, mayores a 10 Km, pertenecen al Océano Pacífico. Tomando en cuenta que se observó vida en el fondo de la fosa de Las Marianas, la más profunda con 11 Km, es posible que las fosas puedan servir de hábitat a seres que, al igual que Big Red, desean pasar desapercibidos en el anonimato subacuático.

Este grupo de seres inteligentes puede estar afinando su estrategia cientos o quizás miles de metros bajo el agua. Si bien el agua a esas profundidades bordea el punto de congelación, pues no le llegan los rayos solares, existe una fuente inmensa de energía originada por el rozamiento de las placas. La energía en muchos casos emerge como fuentes hidrotermales. Estas fuentes son grietas en la superficie del planeta de las cuales fluye agua geotermalmente caliente (400 C). Se encuentran comúnmente en lugares que son volcánicamente activos. Son fuentes no sólo de agua caliente sino de nutrientes para bacterias que mediante quimiosíntesis generan materia orgánica que alimenta a seres mayores que dan comienzo a una cadena alimenticia independiente del sol.

Una guarida de este tipo sería perfecta para esconder fábricas y laboratorios genéticos de pólipos y medusas, agrupar ejércitos, lanzar ataques tentativos e ir afinando la toma total de los océanos y quizás del planeta entero.

La bahía de Prince William Sound, Alaska, se encuentra, al igual que las Andreanof, sobre la Fosa de las Aleutianas y están separadas por unos 2,000 kilómetros. Esta fosa tiene una profundidad máxima de 7,223 metros y se extiende en dirección Este-Oeste por 3.700 km., siguiendo el arco de islas volcánicas que llevan su mismo nombre.

Prince William Sound fue el lugar del segundo terremoto más grande en la historia, ocurrido en el año 1964. La bahía actualmente se encuentra infestada de medusas. El incremento de medusas en esta bahía ha sido impulsado exponencialmente por un vertido de petróleo del buque Exxon Valdez en 1989. Este desastre ecológico ha sido el más grande en Alaska, llegó a cubrir 2,000 kilómetros de costa. Los únicos favorecidos con esta catástrofe fueron las bacterias que degradan el petróleo, que luego son alimento de moluscos, y que finalmente son bocados de medusas.

El Exxon Valdez chocó contra un arrecife de coral conocido como Bligh Reef antes de derramar 10,8 millones de galones de petróleo crudo (unos 40,9 millones de litros). Cabe aclarar que tanto el coral, como las anémonas y las medusas son del filo o phylum Cnidarios. El coral es de la clase Antozoos y se diferencia de las medusas comunes, Cubozoos, porque no tiene una fase medusoide; se mantiene como un pólipo durante toda su vida.

Los Cnidarios son los animales más antiguos con simetría radial. Todos tienen células urticantes para la captura de presas y como medio de defensa.

Se encuentran bajo dos formas distintas: la de pólipo y la de medusa. Algunas especies se encuentran siempre en forma de pólipo, otros siempre en forma de medusa, y otras alternan entre las dos formas.

El choque de un buque petrolero contra un arrecife de coral a menos de 100 kilómetros del epicentro de un gran terremoto ocurrido pocos años antes y cerca de un sospechoso terremoto anterior en las Andreanof, son hechos que se deben analizar en conjunto dada la relación entre ellos y la consecuencia beneficiosa que tuvieron para los Cnidarios.

Los millones de metros cúbicos de agua contenidos en las fosas que se mantienen inexploradas y la abundante energía geotérmica presente en las profundidades de los océanos posibilitan la vida de animales superiores y aseguran su clandestinidad en ese inmenso espacio donde no llega ni el sol ni la mirada del hombre.

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